Diciembre

Hay más niebla que pájaros en la cabeza. Hay legañas y no llegan mareas. Por mucho que me ponga bonita, son casi las diez de la mañana y otra vez no apareces. Me acicalo las pestañas y aprieto todo lo que me duele a la altura del estómago, para confundir la tristeza con las patadas de un rinoceronte o con mi vértigo a los aviones. Quizás todo esto es culpa del otoño que ha pasado sin pena ni gloria y yo, soldado sin ejército, si pierdo quiero que sea a lo grande. Como aquella noche sin tregua donde nos dio por inventar historias de esas que nunca se van a cumplir, pero te hacen pasar los días con la cabeza bien alta, aunque la dignidad esté tirada en el suelo junto a un par de bragas.

Tengo el alma en punto muerto y hasta respirar es complicado, pero si mañana vuelve a salir el sol, quizás al atardecer te encuentre. 

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