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Mostrando entradas de enero, 2015

Las personas de segunda mano

Se fue
aunque siempre había prometido quedarse.

Entró por la puerta de la tienda de objetos de segunda mano. Se sentó junto a un puñado de trastos inútiles llenos de polvo. Cuando L apareció entre los pasillos escudriñando todas aquellas cosas inservibles, D cerró los ojos con fuerza. Los apretaba tanto que parecía que se iba a desatar un terremoto. Cruzaba los dedos detrás de la espalda y deseaba ser la elegida. Nunca había tenido el privilegio de ser la primera opción. Supongo que envidiaba a R por atraer todas las miradas y hacer que el mundo se parara con solo una carcajada. Pero R ya era un recuerdo o eso esperaba. Esta vez no quería volver de donde venía. L miraba con desdén todo aquello que consideraba no estar a su altura. Pero con R lejos, tenía que buscar todas las palabras que necesitaba oír.
L sacó un puñado de monedas para saldar su deuda en caja. No era lo suficiente para ti, le decía D. Pero yo sí, seguro que pensaba.


La lata de cerveza

Es un banco cualquiera en una plaza cualquiera con tanta tristeza en las manos que empieza a helar. Resopla con la boca entreabierta dejando ver que ya hasta el último inquilino de sus besos se ha decidido marchar. Y tira piedras contra su sombra porque no entiende nada y se proclama la reina de las perdedoras ante su séquito de fantasmas. ¿Ahora qué? Ninguna historia de amor tiene final si se arranca la última hoja. Y ella la había metido en una lata de cerveza que tiró al cielo en un intento fallido por dañar a la luna.