Las personas de segunda mano
Se fue
aunque siempre había prometido quedarse.
Entró por la puerta de la tienda de objetos de segunda mano.
Se sentó junto a un puñado de trastos inútiles llenos de polvo. Cuando L
apareció entre los pasillos escudriñando todas aquellas cosas inservibles, D
cerró los ojos con fuerza. Los apretaba tanto que parecía que se iba a desatar
un terremoto. Cruzaba los dedos detrás de la espalda y deseaba ser la elegida.
Nunca había tenido el privilegio de ser la primera opción. Supongo que
envidiaba a R por atraer todas las miradas y hacer que el mundo se parara con
solo una carcajada. Pero R ya era un recuerdo o eso esperaba. Esta vez no quería
volver de donde venía. L miraba con desdén todo aquello que consideraba no
estar a su altura. Pero con R lejos, tenía que buscar todas las palabras que
necesitaba oír.
L sacó un puñado de monedas para saldar su deuda en caja. No era lo suficiente para ti, le decía
D. Pero yo sí, seguro que pensaba.