La lata de cerveza
Es un banco cualquiera en una plaza cualquiera con tanta
tristeza en las manos que empieza a helar. Resopla con la boca entreabierta
dejando ver que ya hasta el último inquilino de sus besos se ha decidido
marchar. Y tira piedras contra su sombra porque no entiende nada y se proclama
la reina de las perdedoras ante su séquito de fantasmas. ¿Ahora qué? Ninguna historia de amor tiene final si se arranca la
última hoja. Y ella la había metido en una lata de cerveza que tiró al cielo en
un intento fallido por dañar a la luna.
Comentarios
Publicar un comentario