A medianoche no suenan nanas

Resuena un paso
tras otro
y ella te lo está pidiendo:
báilame, se tú
esta noche.

Pero vergüenza acecha y
te impide ser quien eres.

Si tan solo levantaras
un pie
y saltaras tras una farola
podrían apagar las luces
y quedaría
una guitarra,
un martilleo en el muslo
un mirar a través de los párpados,
listos, y acción.

La vida es distinta a las dos de la mañana
y a las cinco,
y a las siete,
la vida es distinta cuando sanas
dejando que ella
sea la que te aguante.

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