A uno mismo

Cuando desconectas pareces un caballero;
el punto de vista es propio y, por lo tanto, los adjetivos son banales,
pero el mundo se vuelve diminuto
y las ideas claras.

Demasiadas tareas se convierten en pluma
azul, papel rasgado y
descripciones algo forzadas.

Elegancia con
destellos iluminando perversas sonrisas,
tinta aquí, tinta allá,
buscas terminar,
necesitas terminar.

Picores,
entumecimiento y molestias varias,
llenas de palabras inventadas por nadie.
Aparecen sin más
y se esfuman con las distracciones;
postureovintage,
humo denso las camufla.

Entrando en este estado comienzas a acariciar el cierre,
un bucle deseado casi enfermizamente
el cual te da un estímulo que añoras
pero que debes apartar.

No todo son colores extraños;
la sinestesia es divertida, pero forzada
es pedante, innecesaria y presuntuosa.

Coge un poco de humildad y deglute, que la digestión
va a ser complicada.

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