Mientras dormían

A E nunca la miré mientras dormía. Supuse que siempre estaría al otro lado de la cama al despertarme y que ya habría tiempo.
Puede que ese fuese el problema.

Con C el alcohol nunca me dejó. Estábamos tan ebrias de cerveza, de la una y de la otra, que abrir los ojos era encontrarse de frente con la realidad. Y no buscábamos realidades, sino compañía mientras nos pasaba el tiempo.

A K la observé más de lo que quise y de lo que me atreveré a confesar. Pero solo porque sabía que había terminado incluso antes de que empezara y quería quedarme con esos momentos, como quien colecciona libretas que nunca va a acabar. O lo que es peor, comenzar.
Lo hacia de noche, que era la forma de decirme que nunca me atrevería a hacerlo de día.

Y con J simplemente me sorprendo sonriendo mientras la miro. Inconscientemente. De noche. Al mediodía. O de espaldas.
Y ella, ella es el mejor momento del día.


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