Cuando los árboles no dejan ver el bosque




Una vez, entre otras muchas cosas, dijo:
“Imagina que es una semilla.”
Yo, obediente, así lo hice.

Aquella semilla ha ido creciendo,
incrustándose poco a poco en cada rincón de mi cuerpo.
Las hojas cosquillean mi estómago y sus raíces me han envuelto el corazón.
No hay forma de arrancarlas sin dañar algún órgano.

Aquella semilla ha ido creciendo,
hasta que ha dejado de ser imaginaria.

Querido Heisenberg:
tú tendrás un principio de incertidumbre,
pero yo tengo una incertidumbre completa.

Comentarios