Somebody to love



Aquella frase de Goethe había retumbado en su cabeza toda la noche, mientras ella bailaba entre el mundo real y el sueño. Nada contribuye más al hastío de la vida que un segundo amor.




Hizo café para dos como cada mañana, aunque supiera que esta vez tendría que bebérselo todo ella y que estaría más nerviosa de lo normal el resto del día. Comenzó a ver las noticias con desgana y se escandalizó con la predicción del tiempo. En su mente comenzaba una protesta sindical contra todos aquellos que aconsejaban no salir de casa sin paraguas porque pronosticaban tormentas aquella calurosa mañana de septiembre, pero no eran capaces de predecir si iba a llover amor o si alguien nos lo iba a disparar desde el otro lado de la ventana. Y ella no sabía si ponerse la coraza, la armadura o incluso esconderse detrás de la Gran Muralla China por si regresabas. 




El amor es algo inservible para los necios. Y ella siempre quería ganar aunque se saltase las reglas del juego. Se había dado cuenta que el amor no es más que un camino de descomposición, donde vamos corrompiendo lo que en un inicio fue, idílico. Pero ella no estaba para reflexiones aquella mañana, donde tú habías desaparecido por miedo de volver a enamorarte. Nada contribuye más al hastío de la vida que un segundo amor.

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