18 de diciembre
Iba a escribirte, amor mío, quizás los versos más tristes
del mundo, quizás las palabras más melancólicas que jamás ningún náufrago mandó
en una botella. Pero he de decirte que hoy me he dado cuenta de que sé nadar.
Por mucho que aguante el aire bajo este mar de malos momentos, de noticias
amargas y de lágrimas ajenas, puedo llegar a la superficie, y respirar.
Quiero decirte, amor mío, que este año no era el mío ni el
nuestro. Sin embargo, hemos sobrevivido. A base de errar y de caminar, hemos
sobrevivido. Cada caída no nos destroza, nos construye. Creemos que con cada
golpe nos hacemos añicos y no nos damos cuenta de que crecer se basa en
aprender de los errores y superar, día a día, las caídas.
A todos, a los que esperaban hoy una poesía o una canción de
desamor dedicada a la más bonita de las miradas, he de deciros que un no
cumpleaños no es todos los días. Y me voy a permitir dar las gracias a los que
en este año han sido parte y todo. Porque no es lo mismo que pase un año a
superar 365 días.
Gracias por ser calma
y balsa
Sonrisas
Llantos
Traspiés
Corazonadas
Corazones
Y nada.
He descubierto que las heridas no son historias tristes en
el diario de nuestro cuerpo que releer cada domingo por la tarde cuando no
encuentras la película adecuada. Ni la película ni otros pies debajo de la
manta. – Ya sabes, amor mío, que soy experta en construir excusas baratas.-
Y aunque no queramos creerlo, lo único implícito en las
cosas que comenzamos es su final.
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