De dioses y otras mentiras
Divagamos en las grandes mentiras del hombre y pasamos
pisoteando los pequeños detalles que son los que nos hacen humanos. Perseguimos
ser deidad. Justificamos cada acción con excusas baratas dignas de conformar
las mejores ofertas de alguna gran cadena comercial – somos, en definitiva,
ganado. – Pretendemos etiquetarnos y controlar cada acción ínfima porque nos
aterra lo desconocido. La base de la ignorancia erradica en el miedo a aquello
que puede desplazarnos de nuestro lugar debidamente estudiado. Pero hasta las
palabras son volátiles y carne de cañón para el tiempo, que se nutre de lo
etéreo de nuestro ser y de lo onírico de nuestros pensamientos. Porque hasta
soñar cuesta, y es que, ya saben, son tiempos difíciles para los soñadores.
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