Salvajes

Podemos recorrer en silencio, a bordo sólo del tacto, el mapa de nuestras vidas.

Escuchar de las miradas que el tiempo nos descarta,

que no somos importantes, que nadie nos espera,

que nunca tuvimos entidad más allá de la saliva.

Sentir que esta habitación es nuestro pequeño planeta

y caminar como astronautas, que flotan perdidos, al separarnos para ir al baño.

Rasgar ese dique de la palabra, tan limitador,

con la veracidad desbocada de la caricia.

Hilar amaneceres de esta lamparita que parpadea,

noches cerradas de las bocas, noches lluviosas de los vértices.

Jugar a olvidar el nombre de los besos, el horizonte de los cuentos,

las fronteras del abrazo, nuestro pan de cada día.

Hacer de esta cama un lugar nunca hallado, una tierra inexplorada,

donde descubrirnos en cada despertar más salvajes y menos domésticos,

más ciertos, menos locos, más mudos.

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