Calla

Está helada. Como si cien mil agujas te intentasen atravesar la piel de dentro hacia afuera. Solo que esta vez es necesario.

Dejar de escuchar durante al menos cinco minutos los pensamientos de los demás que abarrotan esta parte de la playa, pero sobre todo dejar de oír los míos propios.

Que se callen.

Aunque sea un rato.

Perderme en mi propio universo de vez en cuando, o buscarme en él. Supongo que hasta que no me encuentre(n) no sabré dónde estoy.

Hundir la cabeza dentro del agua es tan placentero como cuando la hundía en tu cuello al principio, y tan doloroso como al final.

Comentarios