Déjame

Déjame unir los lunares de tu piel, y crear sobre tu cuerpo constelaciones para perderme cuando no tenga dónde ir.
O no quiera.

Déjame recorrer con mis dedos la curva de tu espalda, y terminar hundiéndolos en tu pelo mientras te miro.

Como si no pasase el tiempo.

Y perdernos en él. O él en nosotras.
Y quedarnos como si irse no fuese una opción, y menos aún una intención.

Como si hubieses venido de visita, y decidieses que aquí se está mejor, en el desbarajuste de estas sábanas revueltas.



Déjame dejarte quererme.
Quedarte.
Salvarme.



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