Paris en llamas
Eras los cinco minutos más al despertarnos de la siesta.
Eras suspiros inconexos en cualquier viaje de vuelta.
Eras, porque ya no sé conjugarte con cada pestañeo y aprieto
fuerte los ojos deseando que no aparezcas. Yo, que por ti hubiera puesto Paris
en llamas, derritiendo hasta la última de sus esquinas para no tener excusa ni
escondite y besarte con la boca llena de te quieros, finitos ahora. Yo, que
ahora me leo las líneas de las manos esperando que no todos los caminos lleven
a Roma y me consuelo, a base de abrir persianas, que siempre sale el sol.
Pero de noche siempre es la misma historia jodida.
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